Sierra Ventana Blues

 
 

Sierra Ventana Blues

Un sucio aroma inunda la calle. Los grafitis cuelgan de las paredes, vistiendo su cínica desnudez, como la actitud de quienes como los lobos orinaron para marcar su territorio.

Desde acá arriba se puede ver la ciudad, tan cerca y tan fría, tan indiferente al hambre y a la soledad de sus hijos muertos; muertos con quienes has compartido tu infancia, adolescencia, tristezas y alegrías, aunque en ocasiones tuvieron que comprarla envuelta en papel al viejito de la esquina.

Quisieras recordar un día en el que no haya habido preocupaciones por el dinero, y refugiarte en ese rincón de pureza e ignorancia, donde solo importase vivir el momento de alegría verdadero.

Por la noche te sientas en los escalones del callejón a observar las luces de la ciudad, como pequeñas luciérnagas de un paraíso que te ha sido negado, por un Dios que también se lo negó a tu padre, a tu abuelo y a toda tu estirpe pasada.

No comprendes como tu madre aun reza un rosario cada tarde, ayuna en semana santa, va a misa todo los domingos y a pesar de sus años y reumas asiste año tras año a la peregrinación de la parroquia del barrio.

Enciendes un poco de eso que alegra tu alma, el peculiar aroma se expande al igual que tus sentidos. Piensas en Eva, en el lunar en su ceja, en su menuda figura y bella sonrisa, en ese algo que te cautivo desde la primera vez que la viste y que por mas que tratas no logras encontrar en ninguna otra.

Cuatro calles abajo un convoy de patrullas parpadea sus luces rojas, desde tu posición en las alturas los ves como un gusano azul que emite luces stroboscopicas.

Hoy te sientes valiente y no piensas huir de los cerdos con placa, aún y cuando sabes lo fácil que te sería escabullirte en este laberinto el cual conoces perfectamente, mas hoy no lo harás.

Rompes un block, acomodas los pedazos cerca de ti. Tomas uno en cada mano y esperas, tan solo esperas...