Yo soy el rock & roll y el que cree en mi será salvo

 


 Los acontecimientos acaecidos en mi vida estos últimos años, me pusieron en un estado constante de cuestionamiento. Situaciones ó cosas, que en otros tiempos eran bastante ordinarios y sin mayor trascendencia en mi quehacer diario, hoy llamaban mi atención, teniendo una relevante y profunda reflexión. Llevándome a una persistente tribulación mental.

Dios, fe, alma, espíritu, lealtad, amor, libertad. Y no solo en el concepto moral que cada una de ellas tiene de acuerdo a lo que nos fue inculcado, adiestrándonos a su uso de manera arbitraria e irresponsable, quedándonos solo con lo que creemos que son, sin siquiera tomarnos la molestia de ir a la raíz etimológica de las mismas.

¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es ser? ¿Qué es estar? ¿Y éste quien dices ser, es lo que es porque quiere ser ? ¿De donde viene tu deseo, tu gusto? ¿Qué es desear? ¿Lo que dices que te gusta ó amas, en realidad es tu elección? ¿Libre albedrío?

Lo que elegimos esta supeditado a reglas, gustos, preceptos sutilmente impuestos a lo largo de los años, pensamos que elegimos cuando todo esta hecho para que no tengas opciones y cuando crees que eliges solo estas cumpliendo lo que te hicieron escoger, cegado a no pensar, flotando en esta nube de falsa libertad sin darnos cuenta de las tenues y a la vez robustas paredes transparentes de ésta cárcel a la que hemos llamado vida.

Hundido en mi falsa felicidad con dosis de gotitas de placebo de consumismo material, cumplía las tareas diarias en un aletargamiento, lento, largo y cotidiano.

La situación se ponía difícil, el dealer culeado por problemas propios de su negocio, se había cambiado de casa y había suspendido labores. Y sin alguien de confianza como el yo no pensaba en surtir mi canábica alacena. Siendo esto lo que mantenía un poco en calma el ruido mental. Al no tener el placebo tuve que lidiar con mis largas, lentas y reflexivas noches de insomnio.

Mañanas de cafeína intensa para tratar de mantenerme despierto durante el día. Manejaba y sentía como si pudiera trasladarme a través del tiempo. Subía a mi auto, parpadeaba y ya estaba en el estacionamiento del lugar donde trabajo. No recordaba el trayecto ni el trafico ni situación relevante alguna. Solo trepaba a mi vehículo y aparecía en mi lugar de destino. Era mágico.

¿Y qué acaso los coches no son una especie de máquina del tiempo? Pero solo puedes viajar al futuro. Hacía calor, mucho calor. Monterrey en verano es la antesala del infierno. Abrí la puerta del carro y baje los pies, pero me mantuve sentado dentro del auto. Miré mis zapatos ridículos. ¿Por qué compre este modelo? ¿Me gustan? Desaté las cintas y me los quité. Vi los calcetines y fue el mismo proceso. Terminé descalzo.

Así me encaminé a la oficina. El pavimento ardiendo en mis pies me hacía sentir vivo. Ese día se escurría lento, me parecía ver todo a una velocidad menor, espesa, densa, muy densa. El ambiente que normalmente me rodeaba, hoy tomaba el halo de haber pasado por mi criba mental. Soporté solo hasta medio día.

En la hora de comida salí y ya no volví. Caminé hasta mi auto pero pasé de largo hasta la parada del camión. Fui al centro, me baje justo en Juárez y Morelos. El playlist de Spotify servía para darle fondo a este metraje de realidad. Sentía moverme como cuando caminas dentro de una alberca, una espesura donde nadábamos todos, donde estaba inundado el mundo.

Pum-Pum… Pum-Pum… Pum-Pum…

Escuchaba y sentía bombear el corazón con esfuerzo en esta nueva gravedad surrealista. Claramente sentía como el golpeteo lograba levantar mi piel y mover mi camisa. Gente caminando en bancos como de peces chocando, desagrupándose y luego reacomodarse para continuar su nado como en una continua danza marina.

Llegué a Sanborns, tenía muchísimo que no iba, hojee unos libros para después encaminarme a la revistas. Guitar Player Mag. Fascinado sentí el papel couche brillante en mis manos como antaño. ¿Hace cuanto dejé de tocar la guitarra? ¿En que momento me di por vencido? Este trabajo en el que estoy era por mientras y llevo ya veinte años en el.

Me vino a la memoria el día en el que subí en un taxi y el chofer era alguien con quien había alternado en algunas bandas de antaño. El aún intentaba llevar el pelo largo en su incipiente calvicie.

¿Aún tocas? Me preguntó, le dije que No con fastidio, en realidad ahora lo entiendo. Me dolía que me recordara lo que había dejado pero el quería hablar y para mi era echar sal a la herida.

Yo aún toco carnal, ensayamos en mi casa. Tenemos un proyectillo. Estamos componiendo puras rolas originales. 

 Molesto lo interrumpí. Ya me dejé de esas mamadas, yo si maduré. Logré molestarlo y eso me dio una momentánea satisfacción.

Orale ¿Mamadas eh? ¿Sabes que me caga broder? Que culeros como tu digan fui rocker, fui músico, fui, fui…Y nel nunca lo fueron, ni nunca lo serán, porque esto no es un disfraz que se quita y se pone. Gente como tu solo le ha hecho daño a la escena. Pinches posers cagados, van y vienen pero esto es mas de lo que tu o yo podemos creer que es. Y al chile ustedes solo son pinches puñetillas sin identidad.

Yo en un tono mamón le conteste. Pues lo único que veo es que eres chofer de este taxi y así te ve todo el mundo carnal. Despierta y échale chingazos ó no vas a sacar para la renta del taxi, porque ni siquiera es tuyo ¿Verdad? Le había dado también en su herida. Por un momento guardo silencio pensando que decirme. Hasta que no pudo mas y explotó.

Como quiera nunca valiste verga para tocar wey, que bueno que encontraste tu razón de ser, porque la música ni es lo tuyo.

Fingí reírme, le pague y baje rápido del taxi no quería seguir en ese pinche loop. Me aventó unas monedas por la ventana. ¡Tu feria puñetas!

Vi rodar las monedas en la banqueta. Me trague el coraje. Sentí haber huido y me dolió porque me conectaba con la sensación del pasado de haber evadido, de haberme traicionado a mi mismo y eso que dijo el tipo del taxi yo lo sabía y lo sentía sangrar en mi interior.

Aún con la Guitar Player Mag en mi manos, volví a la realidad al sentir que me habían pisado, al ver mis pies recordé estar descalzo. Mi dedo meñique sangraba por el pisotón.

Sentí un ardor en el pecho. En el pasillo de literatura me vi, lo vi. Parpadee en repetidas ocasiones intentando dar lugar en mi cerebro a lo que veía. Ahí estaba. Era yo. Con una edad indefinible, pelo largo y una camiseta de los Sex Pistols, pintada a mano en una Teycon blanca, sonriendo libre mientras pasaba hoja de un libro que seguramente no compraría, buscando la manera de echarlo al morral al menor descuido de la seguridad del lugar.

Justo en el momento en el que de manera fortuita nuestras miradas se cruzaron, una explosión estallo en mi interior. La mole de ciento quince kilos que era yo, se desplomaba como edificio viejo siendo derrumbado. Y lo vi en caminarse, me vi hacerlo y por un momento todo fue oscuro y silencio.

Abrí los ojos y me encontré con mi mirada, con sus ojos que eran míos, con mi yo que era, que en realidad soy. Me conmovió verme, vernos. Descubrir esa mirada cristalina, transparente, juguetona y con una preocupación real, por este extraño, preocupación que yo había dejado de sentir por mi.

Tendido en el piso me atendía a mi mismo. Levantó con cuidado mi cabeza y puso su morral como almohada. Tomé su mano y hablamos. Soy yo le dije. Tranquilo si es usted. Me respondió con condescendencia.

¿Ya hablaron a la ambulancia? Preguntó con firmeza. Volví a insistir con emoción. ¡No me entiendes, eres Yo, Yo soy Tú! Así es Don todos somos me volvió a contestar. ¡Mírame! Le dije ¡mira mis ojos, mírate! Solo sonreía y asentía con la cabeza. ¿Cuál es su nombre Don, como se llama, lo recuerda? ¡Me llamo igual que tu greñitas, soy Pancho soy tú, soy tú!

Puso una cara muy seria, con un ademán echó el pelo hacia atrás. Ok, si sabes mi nombre ¿De donde me conoces, me viste en alguna tocada? Si soy Pancho pero no soy tú viejo, yo no soy tú…Yo soy el rock & roll.

Los paramédicos me subieron a la camilla y el me hizo compañía hasta la ambulancia. Le preguntaron si era familiar mío y negó conocerme.

Que te mejores tocayo, me dijo haciendo señal de buena suerte con su dedo pulgar. El sol brillaba en su pelo, en mi pelo y poco a poco lo vi desaparecer, me vi desapareciendo mientras cerraban las puertas y arrancaba el estridente ulular.

 “No soy tú viejo, Yo soy el rock & roll” Aún me retumbaban sus palabras. El no era yo, porque el es el rock & roll. Y me negó como yo lo negué y abandoné en su momento. De nuevo ese ardor en el pecho y ese dolor punzante que se clava como daga certera. Los paramédicos se movilizan y una bomba atómica estalló en mi interior. 

 

 

 

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