De novelas, nostalgia y cosas peores. Rayuela El Libro que Me Calló la Boca y Me Abrió la Mente


Terminaba la prepa en mi segundo intento, ahora nocturna y después de salir de trabajar duro en Pepsi Co.
Era ese alumno insoportable en la clase de Literatura. No porque no me gustara leer, sino por lo contrario, leía mucho, bueno mucho para el común de los weyes de mi edad.

Un pedante que creía saberlo todo. Me aburrían las estructuras rígidas de las clases y el sistema escolar.
Me la pasaba interrumpiendo, haciendo preguntas incómodas y, para ser sincero, fastidiando a la maestra cada vez que podía. Me acuerdo y me da pena, que hasta siento mis cachetitos calientes de la vergüenza.

Hasta que un día, mi bella profe de literatura, harta de mis impertinencias, me lanzó un libro sobre el escritorio y dijo con una mezcla de reto y exasperación:

"Si tanto crees que sabes, lee esto. A ver si puedes entenderlo."

Ese libro era Rayuela de Julio Cortázar. Estaba nuevecito,sentí bien bonito pero no sé lo demostré,solo lo tomé. Cuando iba de regreso a casa en el camión lo empecé a leer, tenía una dedicatoria muy bonita que me hizo sentir cosas chidas, casi chillo en el trasporte y pos lo cerré emputado y lo guardé en mi mochila de nuevo. Chingao ahora pienso lo que se debe haber gastado con su sueldito de maestra por horas. En fin...

No voy a mentir: Al principio lo odié. No entendía nada. Saltar de un capítulo a otro según el "Tablero de Dirección" me parecía un capricho absurdo.

Horacio Oliveira me desesperaba con su constante duda existencial. La Maga me parecía un enigma sin sentido. Pero algo me hizo seguir.
Quizá el reto, quizá la sensación de estar frente a algo diferente, algo que no me trataba como un simple lector, sino como un cómplice.
Conforme avanzaba, me di cuenta de que Rayuela no es una novela, es un juego, un espejo, un laberinto que te obliga a pensar, a sentir, a cuestionar lo que crees saber sobre la vida, el amor, la razón y el absurdo.

Cortázar no solo cuenta una historia, te arrastra dentro de ella. Te sacude, te confunde, te obliga a ver el mundo desde ángulos que jamás imaginaste.
Pasaron los años y aún conservo aquel libro. Sus páginas están gastadas, llenas de subrayados apresurados y anotaciones torpes de mi yo del pasado, como cicatrices de cada descubrimiento que hice en sus líneas.

A veces lo abro al azar y releo fragmentos. Y cada vez, la historia cambia. No porque el libro sea distinto, sino porque yo lo soy.
Hoy entiendo que aquella maestra no solo intentaba callarme. Me retó porque sabía que Rayuela iba a atraparme, que me iba a sacudir, que me iba a cambiar.
Y tenía razón.
Porque hay libros que no solo se leen, sino que te leen a ti. Tu ya lo leíste? ¿Te atreves a jugar con Rayuela?

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